Un espacio de estudio y reflexión sobre el patrimonio arquitectónico de Carmen de Patagones y la zona de influencia.

martes, 2 de agosto de 2011

EL ADN DE NUESTRA RIBERA

La identidad robada de la calle J. J. Biedma


Cuando el 19 de junio de 1779 Francisco de Biedma decide trasladarse a la margen norte del Río Negro, debido a la inundación que sufrió en su primitiva localización, es probable que haya desembarcado en la zona de los muelles, lo que hoy conocemos como el muelle de lanchas, frente al museo y, el muelle Mihanovich frente al parque.  En ese mismo instante nació el pueblo de Carmen de Patagones.

En el plano levantado por Ambrosio Cramer en el año 1822  se puede observar cómo era Carmen de Patagones por esa época; el fuerte ubicado en lo alto del barranco y en línea recta hacia el río el embarcadero. Sobre la ribera se puede ver una línea de construcciones que parten desde el muelle hacia el “bañado”, ya por esos años, cuarenta y tres después de la fundación, comenzaba a conformarse la calle del muelle, hoy calle J. J. Biedma.  Unos metros más arriba se observa otra línea de construcciones conformando otra calle hoy denominada Mitre.
Este relevamiento topográfico confirma de alguna manera cómo se inició la conquista del territorio por parte de los primeros pobladores. Se ve claramente que el pueblo se articulaba entre el muelle y el fuerte, esta área estaba protegida de un lado por el río y del otro por el fuerte. No caben dudas que las actividades giraban en torno a este lugar y al “bañado” que era la zona de quintas.



Unos años más tarde, en 1829 el naturalista francés Alcide d’Orbigny visita Carmen de Patagones y realiza algunas descripciones y dibujos del pueblo, al observar uno de sus dibujos se puede corroborar lo descripto anteriormente. El muelle, en la falda del barranco, luego el caserío y arriba en la planicie el fuerte.




Sánchez Seschi en su Crónica Histórica de Carmen de Patagones, ya por el año 1852, realiza una descripción similar: “… podían advertirse siete  u ocho calles que desde la planicie bajaban al río, cruzadas por tres transversales que corrían a lo largo de la barranca …”  “… La tercera calle sinuosa y escarpada, servía de desembocadero a las que bajaban de la loma y al mismo tiempo de acceso al muelle sobre el río. En esta alzaba su silueta vigilante de los movimientos del puerto, el edificio de la receptoría de aduana. …”

María Cecilia Rivero de Gayone en su libro Reminiscencias Históricas dice:  … cuenta Don Eusebio Ocampo hablando de tiempos idos (1870 aprox): “… Las verdinegras alamedas y sauzales, dejaban ver los mástiles, las velas y la bandera azul y blanca…”  “…los buques llegaban al puerto, haciendo sus maniobras para atracar, tiraban sus amarras y el ancla para fondear…”   “… Los pasajeros seguían por la calle del muelle entre el gentío y las miradas de todos. Era la calle mas aristocrática de Patagones, la mas poblada y edificada, porque saliendo dos cuadras para arriba era pleno campo…”.

Otro viajero que visito El Carmen hacia 1870, George C. Musters decía: “… La calle más agradable de la ciudad es la calle que parte del muelle y almacén tierra adentro, costeando la base de la colina: allí, en una gran extensión de terreno bajo, que comienza a espalda de las casas del lado este del río, se han formado jardines, o quintas, llena de toda clase de árboles frutales y resguardado por una fila de altos álamos que orillan la ribera …”.
Cuando Musters hace referencia al muelle y almacén esta describiendo la casa de piedra, ésta era una construcción ubicada al lado del muelle, la misma estuvo en pie unos 30 años aproximadamente ya que con la inundación de 1899 desapareció todo vestigio de la misma.

 A la derecha, en primer plano, se ve la casa de piedra


El Arquitecto Alberto de Paula al hablar de la casa histórica del Banco Provincia dice “… se halla en lo que antaño fue uno de los puntos neurálgicos del centro histórico de Carmen de Patagones, ya que su posición enfrente al muelle y junto a la calle que subía hasta el fuerte, determinó que estuviera ligado activamente al devenir histórico de la ciudad, desde el momento mismo de su inicio.



Desde los primeros viajeros que describen la calle J. J. Biedma hasta los últimos se observa la misma coincidencia, ésta fue la arteria más importante de Patagones, y hoy, después de doscientos años, aun sigue teniendo su importancia. En todos los relatos encontramos más o menos las mismas descripciones y los mismos protagonistas, ellos son: los edificios, la calle y el puerto-muelle

Esta calle tiene una particularidad que la hace diferente, distinta a una calle urbana; está conformada de la siguiente manera: por un lado una línea contínua de edificios, y por otro lado, la ribera del río, los muelles y el Rio Negro. Esto es lo que la vuelve significativa y a la vez histórica y bella.



A pesar del tiempo transcurrido, y del empecinamiento de algunos en demoler, cambiar, alterar la fisonomía de esta calle, todavía sobreviven muchas cosas: los edificios de almacenes, de viviendas, de fondas, y el puerto que si bien cambió su función aun hoy mantiene el espíritu de antaño. Esta calle es el lugar donde hoy como ayer se encontraban los vecinos, los obreros, los visitantes, donde la ciudad latía, donde se unía con el río y con el mundo todo.



Si existe en Patagones una calle que resuma su historia, su vida social, esa calle es la J. J. Viedma y por ello debemos ser todos custodios de su preservación y evitar cualquier alteración.



Este sector no cuenta su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en las esquinas de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las paredes de sus fachadas, en las cuevas de sus barrancas, cada segmento surcado a su vez por arañazos, muescas, incisiones, comas. (Las ciudades Invisibles, Italo Calvino).




¿Como es en la actualidad la calle J. J. Biedma?.  En una primera mirada del sector nos encontramos que la calle está unida a una parte del “parque Piedrabuena”, este sitio constituye un vacío urbano, una costanera que se ensancha para formar una especie de plaza o parque. Este ensanchamiento es progresivo, frente al muelle encontramos una costanera de no más de tres metros de ancho, frente a la casa Cagliero el ancho llega a los seis metros, luego, en la rampa de acceso al río comienza a ensancharse gradualmente. Posee dos límites muy bien diferenciados como son el río y su costanera al sur y la masa urbana consolidada hacia el norte. Es decir con un frente hacia el río que es abierto y liviano y una espalda a la ciudad que es cerrada y pesada.

Los otros dos límites laterales, no están tan bien definidos como los primeros. Al oeste la calle Pasaje del muelle y al este la gran medianera de la escuela Luis Piedrabuena Nº501 que no alcanzan a definirse como bordes bien consolidados.



Cualquier propuesta de intervención en esta área debería tener como objetivos:


  • Mantener y fortalecer el gran vacío urbano y consolidar los extremos antes mencionados.
  • Comprender el espacio en su totalidad pero a la vez ir descubriendo a cada paso situaciones nuevas. Mantener vivo lo misterioso que tiene el casco histórico.
  • Conservar las visuales largas sin interferencias fantásticamente tamizadas por los árboles. Que quien transite por la vereda del museo o por el lateral de la escuela Nº501,  pueda “VIVIR” el río.
  • Preservar y acrecentar la fisonomía portuaria que como se vio en el análisis histórico tanto caracterizó a Carmen de Patagones. Así como se arregló el muelle Miahanovich, también se debería restaurar el muelle Nacional, de esta forma se le devolvería al área la impronta que tuvo en épocas pasadas.


Es importante destacar que tanto el actual edificio de oficinas de turismo como el kiosco que antiguamente se encontraba en el mismo lugar, como así también los locales que sirven al servicio de lanchas, no hacen otra cosa que entorpecer y afear la visión de todo el sector. Por lo tanto si se removiera todo esto se posibilitaría la liberación de este mágico y maravilloso lugar.



Es indudable que el edificio para las oficinas de turismo se podría haber ubicado en otro lugar, quizás fortaleciendo los laterales antes mencionados como poco claros, uno sobre la gran medianera de la escuela 501, incluso aquí se podría haber planteado una buena confitería.  El otro lugar podría haber sido mas allá del muelle, donde nacía otrora la calle Estados Unidos, consolidando de esta manera el nacimiento del parque Piedrabuena y del futuro sendero peatonal costero.


 Oficina de turismo (en construcción)

El área donde la municipalidad instaló la oficina de turismo, donde además permitió y avaló la demolición de un edificio histórico, no hay dudas, es la más significativa de Carmen de Patagones, es el sector fundacional de la ciudad.

Lamentablemente estas intervenciones están cambiando la fisonomía de la calle, la autenticidad de la misma. El nuevo hotel es un edificio comercial de cuatro plantas, una falsificación histórica, muy lejos de la escala “doméstica” que caracteriza al Casco Histórico. Y la oficina de turismo, un edificio que alterará esa mágica relación que existía entre la línea edificada, la calle y  la ribera.


 Demolición del antiguo edificio


Que triste sería que dentro de algunos años nuestros padres, nuestros maestros, nuestros historiadores, nuestros guías de turismo nos cuenten la historia de este lugar mediante fotografías, dibujos, videos, porque fuimos tan irresponsables que le robamos la verdadera identidad a la calle, porque demolimos todo y construimos algo totalmente distinto.



El pueblo es quien debe custodiar, proteger, defender, amparar, asegurar, salvaguardar, preservar, resguardar, conservar, vigilar, cuidar, velar, su Patrimonio. Es inadmisible y hasta suicida dejar estas cuestiones en manos de quien circunstancialmente nos gobierna.


El ADN de la calle Juan José Biedma


domingo, 3 de julio de 2011

HISTORIA DEL EDIFICIO QUE COBIJÓ EL PRIMER HOSPITAL DE PATAGONES

Las primeras gestiones para construir un hospital datan del año 1874 en que la entonces Corporación Municipal le solicita, al Ejecutivo Provincial, fondos para la construcción del edificio. Si bien se aprobó una subvención para el sostenimiento de un hospital, la misma nunca se concretó debido a que la provincia agotó la suma asignada que se imputaba para este gasto.
Dada las dificultades que padecían los enfermos en el año 1881 el Consejo de Higiene Publica intenta nuevamente considerar la construcción de un hospital y como sucedió anteriormente sin ninguna respuesta.

Es recién en el año 1888, más precisamente el 7 de agosto, en que se cristaliza esta idea. Se forma una comisión provisoria con los vecinos más representativos del pueblo quienes deciden convocar a los habitantes de los pueblos de Patagones y Viedma con el fin de conformar una comisión ejecutiva que arbitre los medios para fundar un Hospital General que sirva a ambas poblaciones. 
De esta manera el 15 de agosto de 1888 se formó una comisión, la misma se denominó Comisión Ejecutiva y Consultiva encargada de llevar a cabo la construcción del hospital.

Esta comisión comenzó su trabajo con muchos contratiempos, recibiendo incluso muchas críticas por parte de algunos vecinos y de la prensa de ese entonces.

INTEGRANTES DE LA PRIMER COMISIÓN PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL HOSPITAL GENERAL DEL RÍO NEGRO:

Comisión Ejecutiva:

Presidente:            Dr. Don Francisco Martínez Ruiz (de la Sociedad Española)
Vicepresidente:     Don Marcelino C. Crespo (nombrado por el pueblo)
Tesorero:               Don Ignacio L. León (nombrado por la Municipalidad)
Secretario:            Don Benito J. Crespo (nombrado por el pueblo)
Vocal primero:      Don Nazario Contín (nombrado por la Municipalidad de Viedma)
Vocal segundo:   Don Francisco Costas (nombrado por el pueblo)
Vocal tercero:     Don Graciano Ferrero (nombrado por la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos)

Comisión Consultiva:

Don Luciano Domínguez
Don Gervasio Olivera
Don Isaías Crespo
Don Antonio Costerg

En Diciembre de 1889 la Corporación Municipal decide ceder la manzana Nº 12 para la construcción del edificio y poner en remate la Nº 13 cuyos fondos serían destinados a la comisión para lo que juzgue necesario. Unos días mas tarde, el 28 de diciembre,  se recibe por parte del Ejecutivo Provincial la suma de $5.000,00 para la construcción del hospital.

A comienzos de 1890 se contratan los servicios del Señor Constructor Emilio Cabello, Bahiense, para la confección de los planos del hospital, planos que obsequia a la comisión. Sin embargo la Comisión aprueba los planos presentados por el agrimensor municipal César Catani. En la reunión de la Corporación Municipal del día 6 de Mayo de 1890 se decide: “ ...En vista del plano presentado para la obra del hospital por la comisión del mismo, y no existiendo en el municipio ningún terreno que tenga las dimensiones necesarias, se resolvió según el informe del agrimensor municipal conceder a la citada comisión y para el objeto citado la fracción de manzana de terreno  marcado en el plano con el Nº11, clausurándose la calle del Carmen (hoy Comodoro Rivadavia), entre las calles Sarmiento y Lavalle con el objeto de ser este terreno unido a la manzana Nº12 que fue concedida para el hospital con fecha diez de Diciembre de mil ochocientos ochenta y ocho, teniéndose en cuenta que la clausura de la calle del Carmen a esa altura no impedirá nunca el tráfico por lindar en las quintas del ejido…”..

El 16 de junio de 1890 se adjudica una parte de la obra al constructor Sr. Luis Bajo (también se presentó a la licitación Don Juan Borassi), se decide construir la sala de menor costo, con comodidad para alojar quince enfermos, con el fin de habilitarla lo antes posible. La Comisión Ejecutiva designa miembros de la Comisión de Vigilancia de la obra a los Señores: Napoleon Papini, Isaias Crespo, Gervasio Olivera y Domingo López. 

En junio se renueva la Comisión Ejecutiva que queda conformada de la siguiente forma:

Presidente:               Benito J. Crespo
Vicepresidente:        Francisco Costas
Tesorero:                  Don Ignacio L. León
Secretario:              José Olave
Vocales:                  Marcelino Crespo, Luis P. Semino, Elias Romero


Cucharin con el que se colocó la piedra fundamental


El 9 de Julio de ese mismo año se coloca la piedra fundamental de la obra iniciándose finalmente la construcción del edificio. 
El Presidente de la Corporación Municipal Don Ignacio León conjuntamente con la R. M. Superiora Doña Juana Borgna fueron los padrinos de la ceremonia de inicio de la construcción del edificio.
El acto se inició con un breve discurso del Escribano Público Don Genaro Olivera en nombre de la Comisión y en la bendición y colocación de la piedra fundamental, la misma consistió en un cubo de ladrillos revocado con cemento, situado en los cimientos del edificio donde hoy se encuentra la puerta de acceso frente a la calle General Lavalle. En su interior se colocaron en una caja de cedro forrada de plomo: una redoma de cristal con el acta de la ceremonia levantada por Don Genaro Olivera y conjuntamente un ejemplar del plano del edificio, un programa de las fiestas que se celebraron, un ejemplar de la constitución de la Provincia, uno de la gloria argentina 7 de marzo y una medalla conmemorativa de la citada ceremonia. Finalizado el acto cerró la ceremonia y declaró inaugurada la obra del Hospital Don Isaías Crespo miembro de la Comisión.

 El edificio hacia 1920

 Con el aporte de la provincia y las invalorables cuotas de suscripción de todo el pueblo comienza la obra.  La misma avanza lentamente, tanto es así que en una nota editorial del diario El Pueblo del 19/4/1891se puede leer:

“... Uno cuantos lienzos de pared, en medio de un descampado, que parece protestar del abandono en que se encuentran y pronto solo serán un montón de ruinas, es el solo resultado que hasta ahora se ha obtenido.
Doloroso espectáculo que hace dudar exista la caridad entre nosotros, que hace creer que esta virtud excelsa, única esperanza del que sufre, ha desaparecido para siempre.
Pero no, la caridad predomina en estos pueblos, sus habitantes siempre están prontos a concurrir con su óbolo para aliviar el pobre, la única causa de la paralización de esta obra es la desidia de la comisión y esta, si no se considera con fuerzas suficientes para cumplir la misión que le ha confiado, abandone puesto que no sabe ni quiere desempeñar… “

Tan lento es el avance de las obras que deberán transcurrir 15 años para la finalización del edificio proyectado. Entre el 23 de Septiembre y el 10 de Noviembre de 1905 se nombra una comisión de vecinos, quienes llevan a cabo importantes obras, que permiten poner en funcionamiento al hospital. Es el 1 de diciembre de 1905  que se ponen en marcha en forma regular los servicios asistenciales del Hospital General del Río Negro. La comisión que tuvo a su cargo esta tarea estuvo conformada por:   Antonio Malaspina, Manuel Román, Francisco Costas, Dr. Luis Marouller y Napoleón Papini.
 El edificio hacia 1940

 A través de los años, muchos vecinos prestaron su apoyo para el buen funcionamiento del hospital y para agregar nuevas salas.

En 1925 se cambia el nombre anterior por el de Hospital Municipal de Patagones.   Luego, el hospital pasa a llamarse Ana Bernal de Justo, por ser esta Maragata una colaboradora habitual del hospital y además, esposa del presidente Juan B. Justo.

 Celebracion del cincuentenario de la construcción del edificio. 
El padre Lorenzo Masa es quien esta celebrando la misa de campaña

En el año 1964 se traslada el hospital a un nuevo edificio en la ubicación actual y la Municipalidad cede el inmueble a la recientemente creada Escuela Profesional Mixta,  que al año siguiente se llamaría Islas Malvinas.
El Ministerio de Educación de la provincia efectúa las mejoras necesarias para albergar la escuela. También van a compartir el edificio el Centro Educativo Complementario y un  taller de corte y confección.

Ya en 1992 comienzan a oírse varios reclamos solicitando un edificio acorde para la escuela debido a las malas condiciones en que se encontraba el inmueble. Después de algunos años se comienza a construir la nueva escuela. Es a fines de 1996 que la Escuela de Educación Media Islas Malvinas deja este sitio para ubicarse al año siguiente en su actual emplazamiento.

En el año 1997 la Universidad Nacional del Sur de Bahía Blanca detecta una demanda de carreras cortas en toda su zona de influencia. Es por ello que a partir de ese momento se comienza a estudiar la posibilidad que la Universidad tenga una sede en Patagones.  El 1 de Diciembre de 1997 se realiza en el Consejo Deliberante  una asamblea pública durante la que se constituye la primera Comisión Directiva que va a tener como función administrar este emprendimiento educativo. Se acuerda denominar a la entidad como Asociación Civil Universitaria de Patagones.
Para el funcionamiento de la Universidad se decide solicitar al Consejo y al Señor Intendente la cesión del edificio donde funcionaba la Escuela Islas Malvinas recientemente trasladada a su nuevo lugar. El día 22 de Diciembre en sesión especial el Consejo Deliberante sanciona la ordenanza Nº217/97 por la cual cede  a la Asociación Universitaria de Patagones el ya citado inmueble.

A partir de ese momento comienzan las gestiones para poner en condiciones el edificio, primero se refaccionan dos aulas que se unen para conformar el aula magna y luego se continúa con otras dos, el pasillo y el área administrativa, finalizadas las tareas se inauguran las obras el 30 de Mayo de 1998.
A fines del año 2000 la Asociación Universitaria de Patagones conjuntamente con las autoridades Universitarias deciden restaurar el frente del edificio con el fin terminar de conformar un edificio digno, propio de una casa de altos estudios.

 Imagen actual del edificio (año 2005)

sábado, 25 de junio de 2011

LA TORRE Y EL FUERTE

El fuerte de Río Negro se comenzó a construir en 1780, un año después de la fundación de Carmen de Patagones.
Su diseño pertenece al Ingeniero José Pérez Brito quien pertenecía al Real Cuerpo de Ingenieros Militares (llegó a tener el grado de Coronel), esta institución tuvo una importante participación en el territorio Argentino a comienzos de la mitad del siglo XVIII, caracterizándose por su formación neoclasicista.

Como era lógico el fuerte se emplazó en el sector más alto con el fin de asegurar una visión de toda la comarca, si observamos la planta que confeccionó Pérez Brito constatamos claramente que responde a esa concepción clasicista; otro fuerte, el del Río Colorado, también proyectado por este ingeniero es muy similar en su planteo al del Río Negro.
En realidad el fuerte no se construyó siguiendo con exactitud el proyecto de Pérez Brito, sí se mantuvo la distribución original, pero las edificaciones difieren formalmente de las planteadas al comienzo.
Solo se construyeron tres bastiones de los cuatro pensados, dos miraban al río y el restante ubicado hacia el noroeste.

Los siguientes gráficos muestran acabadamente lo antes expresado:
Plano del fuerte
(proyecto del Ingeniero José Pérez Brito)

Levantamiento topográfico de fuerte El Carmen hacia 1822
(Atribuido al Teniente Coronel Ambrosio Crámer)

De los pocos documentos gráficos existentes referidos a los primeros años del Fuerte encontramos algunos dibujos del naturalista Francés Alcide d’Orbiny, quien visitó El Carmen en 1829.
En esta primera perspectiva general del establecimiento del Río Negro se puede apreciar como el fuerte conquista la planicie y el paisaje todo. Una de las tantas personas que describen a Carmen de Patagones, Eduardo Sánchez Ceschi, en su libro Crónica Histórica de Carmen de Patagones nos dice:         “... levantaba sus líneas el fuerte, como dominando por un lado el río y por el otro la inmensidad del desierto ...”.

En este otro dibujo, también de d’Orbiny se puede apreciar a un grupo de indios y habitantes del villorrio entorno al fuerte. En este caso observamos como la torre del fuerte parece emerger de esa mole de piedra que es la muralla. La inexistencia de aberturas, lo compacto y despojado del muro logran el efecto antes descripto y la idea de algo impenetrable.




Como hemos podido comprobar por los relatos de viajeros y de algunos habitantes de Carmen de Patagones el fuerte y el paisaje circundante se mantuvieron casi igual durante 100 años, la fortaleza en lo mas alto, el río en la parte inferior y entre ambos el pueblo.
Es a partir de 1880 cuando comienza a cambiar el paisaje, muchos son los factores de ese cambio, a continuación se resumen los más importantes:
·         En 1879 finaliza la campaña del desierto por lo tanto el ejército decide levantar la guarnición del Fuerte del Río Negro, dado que la misma ya no tiene razón de ser. Las autoridades Maragatas solicitan las instalaciones del viejo fuerte para demolerlo y destinar ese lugar para la construcción de la municipalidad y el templo. Antes de demolerlo se decide preservar la torre como recuerdo histórico de la fundación y utilizar el resto de los materiales para la construcción de los edificios antes citados.
·         En 1880 el gobierno provincial aprueba el ensanche urbano de la ciudad y es entonces cuando se comienza a construir sobre la planicie.

Estos dos factores son de vital importancia para los años siguientes, es fácil comprobar cómo en 30 años cambió la fisonomía de Carmen de Patagones, se construyeron la Municipalidad, el templo, los dos colegios religiosos, los teatros, infinidad de comercios, etc.  Es tan acelerado el crecimiento que si observamos una fotografía de Patagones del año 1920 vamos a comprobar como el fuerte o lo que queda de él, la torre, deja de poseer ese dominio visual sobre la comarca, en adelante va a ser el templo quien tenga ese privilegio.


Las fotografía y el dibujo que a continuación se muestran dan testimonio de lo expresado:
 Carmen de Patagones hacia 1920


Patagones en la actualidad

Analizado el crecimiento de la ciudad y su relación con el fuerte es conveniente pasar a examinar el concepto de fortaleza y que función cumplía el fuerte para el pueblo de El Carmen.
Un fuerte, nuestro fuerte, fue un lugar seguro donde protegerse, un sitio donde defenderse, ya sea de malones o, como sucedió en 1827, de la invasión Brasileña. Como toda fortificación poseía una torre desde donde podía contemplarse toda la comarca y así alertar sobre posibles peligros que asolasen a la población. A continuación se transcribe parte del relato de Alcide d’Orbiny:  “... El capitán hizo poner a todos los hombres bajo las armas. Se dispararon los tres cañonazos convenidos para avisar a los habitantes dispersos en chacras y estancias que se pusieran en seguridad; se hicieron pasar algunos voluntarios a la población del sur y se esperó. Los pobladores estaban en la mayor consternación. Todas las mujeres se refugiaron en el fuerte con sus hijos, mientras los hombres, sin excepción, ocuparon sus puestos; unos como exploradores, los otros alrededor del villorrio y en las baterías del fuerte ...”,   “... Parecía tener de setecientos a ochocientos guerreros, que estaban acampados en los alrededores, lo que hizo que ninguna familia quisiera salir del fuerte;  todos los habitantes de Carmen se reunieron allí. Alojaba en mi pieza, aunque era muy pequeña,  de diecisiete a dieciocho personas, contando los niños ...” .
Como se puede deducir a partir de lo expresado la idea de torre es la de ser centinela y la del fuerte la de proteger, esto se resume arquitectónicamente en un gran muro ciego perimetral y una torre que parece emerger de él.

A partir de 1880, año en que se demuele el fuerte,  la torre perdió ese muro perimetral que hacía de protección. Desaparecido el patio del fuerte el cual seguramente dominaba  con esa figura tan erguida, quedó totalmente sola, descontextualizada del paisaje circundante. Además, a partir de la construcción del templo, su función dejó de ser la de mirador para constituirse en el campanario del nuevo edificio religioso.
Con el transcurrir de los años la manzana se comenzó a poblar de nuevas construcciones, con edificios que de alguna manera pasaron a ocupar la función de muro comenzando a encerrar nuevamente a la torre devolviéndole esa idea de recinto fortificado.

Es importante ahora plantearse cómo intervenir en el área de la vieja torre del fuerte.
En los últimos veinte años se han barajado dos posibilidades, de las cuales una es la que ha tenido más adeptos. La idea más popular es la de “liberar” a la torre de todas las nuevas construcciones que la encierran y parecen ahogarla. La otra idea es la de cerrarla totalmente como si fuera un muro fortificado.

Lo más importante es garantizar la memoria histórica, que a veces por contingencias, o por el escaso valor que asignamos al edificio, o por cambios de función o contexto, no nos es revelada.

El hecho de liberar a la torre de su encierro:

·         ¿No la convertiría en un objeto escultórico, más que en un edificio que exprese su pasado?.

·         ¿No la transformaríamos en un objeto de consumo turístico, más que en un sitio que contiene nuestro pasado?.

·         ¿No la convertiría en un obelisco, más que en una torre mirador?.

·         ¿No le restaríamos ese halo de misterio que siempre tuvo para transformarla en un objeto?.

·         Al liberarla ¿no se crearía una nueva plaza en competencia con la ya existente.

¿Por qué si durante años la torre estuvo delimitada, enclaustrada, protegida  tras un muro, hoy se lo vamos a retirar?.
Es importante tener en cuenta que en una manzana muy compacta, donde predomina el lleno sobre el vacío, es mucho más fácil cerrarla que abrirla. Con una mínima inversión le devolveríamos a la torre la idea primigenia.
Interiormente la situación es distinta de lo que observamos desde la calle, aquí  sí es importante “liberar” a la torre de las construcciones que la asfixian devolviéndole de alguna manera el patio que tuvo hace 150 años.

Otro elemento importante que encontramos en esta área y que está vinculado estrechamente con la torre es el pasaje San José de Mayo, dado que esta escalinata constituye el recorrido obligado de todos aquellos que recorren el casco histórico.
Desde siempre la clave de las escalinatas es comunicar dos puntos, por ejemplo la escalinata de plaza España, en Roma, nos vincula con la Iglesia Trinidad de los Montes; algo similar ocurre con el Campidoglio y con la Iglesia de San Salvador de Bahía en Brasil.

Plano del sector: la escalinata y la manzana donde se encuentra el fuerte

Las escalinatas son verdaderas plazas inclinadas donde domina el espacio público al privado, el abierto al cerrado. En este caso el espacio no alcanza a cerrarse es decir no conforma un verdadero interior urbano, esto se lograría completando las fachadas existentes.
Esta claro que la expectativa que se experimenta al subir no debe ser defraudada al llegar a la parte alta, es decir que nuestra escalinata nos podría comunicar con el fuerte (puede ser el acceso del mismo), de esta forma se ofrecería un punto trascendente a un uso necesario.

Además de todos estos lugares de valor patrimonial existe otro rincón de mucho interés, es el lugar en donde estuvo ubicado el observatorio meteorológico de los Salesianos, justo encima de la actual puerta de acceso a la torre. Si bien hoy ya no existe ningún instrumental en ese lugar se puede rescatar al mismo como un sitio histórico importante del área.